lunes 5 de abril de 2010
Políticas de Alianzas del ML
Pocos saben que, inmediatamente después de las elecciones, la P promovió la tesis de reformar los Estatutos internos para acabar con el poder de las Asambleas Cantonales para decidir y elegir las candidaturas a Alcaldes, con el argumento que era necesario debido a loos compromisos adquiridos, durante la campaña pasada, angunos cantones.
En esa ocasión, se le señaló a la P que esa reforma atentaría gravemente contra la dirigencia local, que no contaría con apoyo dentro de la Asamblea Nacional, que jurídicamente era improcedente (tal como se demostró con un posterior dictamen jurídico aportado por un militante del partido) y que, en cualquier caso, el camino adecuado sería que la dirigencia, regidores y Asamblea Cantonal acordaran lo que correspondiera y tales casos fueran elevados en esa condición a la Asamblea Nacional.
Por el contrario, la intención se tradujo en la creación de una Comisión por parte del CE, que nunca inició funciones, dada la firme oposición de algunos de nuestros nuevos diputados que, finalmente, hicieron valer su representatividad dentro de la Asamblea Nacional.
Tampoco son de conocimiento públicos otros acuerdos tomados por el CE que incluyó invitar a la dirigencia cantonal y provincial a explorar coaliciones de partidos políticos (excepto Liberación Nacional) para conformar equipos de trabajo, "de cara a las próximas elecciones de Alcaldes" y, promover una reunión de Presidentes y Secretarios "de los otros partidos políticos (excepto Liberación Nacional ) para analizar alianzas con la misión a la elección de Alcaldes".
Dicho acuerdo fue tomado casi veinte días antes que el TSE emitiera las resoluciones con los nombramientos de los regidores, es decir, para bien o para mal, de quienes sin saberlo asumirían las consecuencias inmediatas de su aprobación. Son más llamativos dichos acuerdos si se contrastan con los tomados, una semana antes, que incluyó motivar a los regidores electos, mantenerse "alejados de negociar mientras se termine el proceso de ratificación oficial por parte del TSE".
Es decir, por un lado, los nuevos regidores no podrían negociar en su entorno inmediato y urgente pero se verían afectados, inveitablemente, por las negociaciones del Presidente y la Secretaría General. Por otro, el acuerdo a la dirigencia para constituir equipos de trabajo para la elección de alcaldes se diluyó en un intrascendente correo electrónico informativo de la Secretaría General que, posiblemente, la mayoría de involucrados nunca ha conocido, los pocos que lo supieron ya ni se acuerdan y no haya nadie del CE que quiera traerlo a colación.
Mientras tanto, el Presidente y la Secretaría General se legitimaron dentro del propio CE para conversaciones de alto nivel para las elecciones de Alcaldes y el Directorio Legislativo, en nombre de todos, sin consultar a nadie, sin que el partido haya debatido esta cuestión, sin que la Presidencia, la Secretaría General y el Secretario de Finanzas hayan presentado sus obligados informes de la pasada campaña electoral y utilizando un capital político que, ciertamente, después de las elecciones, no representan y no les pertenece.
Por lo tanto, la primera cuestión que exige la definición de la políticas de alianzas del partido se refiere a la legititmidad de nuestra propia representación. Hoy, el ML no posee una única voz autorizada que lo exprese. En términos reales, cualquier negociación en la Asamblea Legislativa se traslada directamente a los nuevos diputados y, en las municipalidades, a los propios regidores libertarios, de tal forma que serán ellos, en su propio contexto, quienes tomarán sus propias decisiones. En la campaña pasada, todos ellos no tuvieron más remedio que enfrentarlas con sus propios recusos y organización, sin que hoy, como era de esperar, tengan o se sientan obligados a cerrar los ojos y, acríticamente, asentir a la palabra desgastada del Olimpo, mucho menos, en su propio detrimento.
Es falso que, por definición, la negociación de los libertarios con el PLN deba ser rechazada. El propio Presidente del Partido acudió a doña Laura argumentando áreas de interés común. ALgunas fuentes señalan incluso que de ese encuentro salieron algunos acuerdos, aunque no existe información pública para verificar su veracidad. En cualquier caso, por ejemplo, será cuestión de esperar los nuevos nombramientos en Juntas Directivas de instituciones públicas para verificar si, en esos casos, algunas pistas se materializan sobre esa cuestión.
A nivel legislativo, existe una mayor cantidad de temas en las que las opciones de negociaciones son mayores con el PLN que las que pueden asociarse con el PAC, el PUSC o el pASE que, de hecho, son los que con más diferencias tiene el ML. Algunos han señalado que no podríamos negociar con el PLN porque en campaña afirmamos que había sido el partido más corrupto en la historia. Pero no veo cómo desconocer que aliarnos con el PUSC sería hacerlo con el partido que igualó el record del PLN en un menor tiempo que, de paso, se olvidó decirlo en campaña, y que tiene a uno de sus expresidentes sentenciado penalmente y, otro, en juicio.
Se afirma, desde una visión general, que para el país es conveniente la existencia de un Directorio Legislativo de Oposición porque se corre el "riesgo de tener en Costa Rica un partido único por muchos años y cualquier oportunidad que la oposición tenga de recuperar espacios de pode del PLN debe aprovecharse". Pero la realidad del ML, después de las elecciones, no alcanza para un compromiso de esa naturaleza, muy lejano de las preocupaciones y espectativas actuales de los diputados libertarios mucho mñás interesados en, por un lado, dar continuidad a la agenda legislativa del partido y, por otro, en crear condiciones para dar respuesta a sus directo y propios electores, antes que embarcarse, sin velas, en la odisea de un directorio de oposición.
Es decir, preocupados por consolidar sus propios espacios antes que hipotecarlos de antemano en manos de quien no lo merece; sin capacidad orgánica de asumir las consecuencias políticas de, por ejemplo, tomar la iniciativa en la Comisión de Hacendarios para afectar significativamente el gasto públlico, incluyendo el surgimiento de contradicciones inevitables con sus presuntos aliados y asumiendo, como oposición, sin necesidad, las consecuencias de la conflictividad generada con dicha actitud.
Lo mismo sucede con nuestros regidores que deberán privilegiar la correlación de fuerzas en cada municipio, de cara al compromiso que asumieron con sus conciudadanos locales antes que imposiciones de la P o el CE. En San José, por ejemplo, de las 13 municipalidades en que resultaron electros regidores libertarios, en 8 de ellos representan el número que le hace falta al PLN para encabezar sus directorios, en algunos casos con administraciones municipales en manos de ese mismo partido, sin que se presuma que la proxima elección de alcaldes modificará esa realidad. No es baladí recordar que una mala decisión podrían arrastrarla durante los larguísimo seis años que les esperan y, en ese caso, ni la P ni el CE estarán condiciones de evitar o amortiguar las negativas consecuencias que puedan derivarse para sus carreras políticas y municipales.
Esa posición también se ve favorecida, paradójicamente, por consecuencias resultantes de la manera en que se consujo la campaña pasada del libertario. Es probable que la mayoría de los regidores electos del ML no hayan tenido oportunidad o acceso a la propuesta sobre descentralización y desarrollo local incluida en el Programa de Gobierno. Aislados en sus cantones sin que nadie se preocupara en acercarse a ellos para uniformar y legitimar las tesis programáticas, resulta natural que ahora enfaticen los problemas y entornos regionales, sin verse atados a ninguna conexión orgánica o ideológica con el partido, privilegiando sus propias necesidades de alianzas.
Lamentablemente, ni el P ni el CE tomaron en cuenta estas variables y, por el contrario, sin importar las consecuencias, han hecho todo lo posible, por un lado, por estrangular las condiciones de negociación de nuestros regidores y diputados y, por otro, ampliar las suyas propias para mantener, al menos, los reflectores públicos.